
Tal vez es un error hoy de mi parte el aferrarme a esto tan bonito, pero no soy capaz ni de enfrentarte y decirte que yo a ti te necesito. Tal vez estoy poniéndote en las manos el arma con que puedes acabarme, pero si igual da el mundo un día nos vamos… tu amor o tu desprecio he de llevarme.
La función casi comenzaba, así que fuimos a hacer las “Compras previas”.
En la fila solo la veía, y no pude más, la abrasé.
Después de las compras ella fue a baño, yo esperé en la mesa que ya con todo lo sucedido figuraba una sala de espera de algún consultorio psiquiátrico. Mil cosas pasaban por mi mente, estaríamos en las ala sabiendo que estamos al lado uno del otro no estaríamos juntos.
Llagó y nos encaminamos a la sala. Una vez dentro ella escogió los lugares (fue una suerte encontrar dos asientos vacios juntos). ¡NO!, a pesar de todo no dejaría que esta cita se tornara mas vacía de lo que ya estaba, no dejaría que el ambiente se tornara tétrico. La abrasé, ella a mí, la tomé de la mano, ella también sujetó la mía. Y así en el inmenso vacio triste de mi soledad ella dio una llama a mi hoguera de esperanza, aun no era el momento, pero ya llegaría.
No dijimos nada, algunos comentarios sobre la película y sobre las chicas escandalosas que se habían sentado detrás de nosotros.
Juntos, amándonos en silencio, separados por una muralla de orgullo e incertidumbre, pero amándonos como antes lo hacíamos.
Así estuvimos la mayor parte de la película. Diría que eso no estaba matándome pero eso no es cierto, me había vuelto el fantasma eterno que habita en su recuerdo. Y así lo que un día fue ya no es, maldita mi suerte de solo en mis sueños verte, de amarte… de amarte y perderte.
Mis labios suplicaban por los suyos. Y de pronto, nada, silencio, sus latidos eran uno junto con los míos, nuestras miradas se cruzaron, ambas suplicaban por lo mismo, y entonces sucedió… la besé.
La besé como si nunca jamás lo hubiera hecho en la vida, con ternura. La bese como si ese fuera el último beso que nos daríamos por siempre, con desesperación. La besé como si no pudiera vivir sin ella, sin ese beso, como reclamando su corazón que me perteneciera hace tiempo. La besé y me besó de igual modo, aunque más reservada, contestó mi beso con cierta timidez, pero sus labios quemaban de amor y pasión. Nos estábamos ahogando sin ese amor que aun queremos pero que escondemos.
No dijimos nada, fue corto pero hermoso, y a mi mente evocaron las palabras de Neruda: “Es tan coroto el amor y es tan largo el olvido”. Terminó la película y nos fuimos.
La dejé en su casa, y mis labios suplicaban por los suyos nuevamente, pero ella… simplemente no lo hizo, y una lágrima rodó por mi mejilla… llegando a mis labios cual premio de consolación.
Y me retiré sin mirar atrás, con las manos en los bolsillos, lloraba y no dejaba de repetirme: “somos lo que fue”:
Y me retiré sin mirar atrás, con las manos en los bolsillos, lloraba y no dejaba de repetirme: “somos lo que fue”:
lo deskribiste esactamente komo fue el beso jue timido pero fue
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